¿COMO SE VENCE LA SOLEDAD?
MI PRIMER ENCUENTRO CON EL FRESNO DE FILLA BOA:
¿COMO SE VENCE LA SOLEDAD?
Á
Es un mediodía frio, pero entre las enormes masas de nubes se crean pequeños claros por donde se filtran tímidos rayos de sol.
Hace cuatro meses que llueve sin tregua, y la humedad está haciendo mella en nuestra salud y en nuestro ánimo, así que no me lo pienso más, me pongo las botas y corro hasta la isla de Fillaboa, llego jadeando y me siento a la orilla del río.
En este momento el sol resplandece y sus rayos me calientan la cara, que bendición sentir el sol después de tantos días de lluvia!, estoy tan a gusto!, que…. Casi me quedo dormida!, a no ser porque a los pocos minutos empiezo a sentir en la cara una fría gota de agua, y otra, y otra…. giro la cabeza para mirar al rio y observo la sinfonía de ondas circulares entrelazadas que la lluvia dibuja en su silenciosa superficie.
No me importa mojarme, se esta tan bien. Levanto la mirada al cielo y me fijo como por encima de mi cabeza bailan las desnudas ramas de un gran fresno solitario, parecen estar disfrutando de sí mismas, del lugar, de la lluvia y de la brisa. Me da la sensación que aquellas desnudas ramas me han estado calentando,… y mientras las contemplo, me doy cuenta de que empieza a hacer frio, me abrocho el abrigo y me levanto para irme, pero antes de irme me acerco al gran Fresno, y pongo mi frente en su robusto tronco para despedirme de él. Curioso!!!! Le Grito!!!: tu tronco está caliente!!! .
Y como si fuera una voz que emerge del interior del vientre llega una respuesta:
Si, es mi anclaje a la Tierra lo que me proporciona el calor, nunca tengo frio, ni calor, siempre disfruto de cada momento, siempre estoy bien.
Le continúo acariciando el tronco, y siento que es cierto, parece que su calor es interno, emerge de su interior. Le doy un beso y le pregunto: ¿Como haces para no sentirte solo en este lugar?.
Y nuevamente emerge una respuesta casi inmediata:
PARA VENCER LA SOLEDAD DOY COBIJO Y AYUDO A OTROS…..Mira a mí alrededor.
Doy una ligera mirada por los alrededores y me doy cuenta de que a su alrededor crece un amplio manto verdoso, son otros arbustos más pequeños, principalmente simpáticos laureles, pequeños robles naciendo y un sinfín de plantas silvestres, ya casi a punto de florecer.
Es verdad!, están rodeándolo completamente, parece una gran reunión de amigos distintos, se nota en el ambiente que están contentos, como si hubiera una fiesta.
Empieza a llover con más intensidad y decido irme, adiós, amigo, gracias!, le digo, y cuando miro hacia lo alto de su copa, vuelvo a sentir su luz y siento que me dice:
Estamos en comunión con el viento y con el agua, estamos unidos, nos llamamos recíprocamente y creamos juntos. Nosotros pactamos la lluvia y el viento.
Me pareció, hermoso, solamente hermoso, me parecía demasiado fantástico para ser verdad, empecé a caminar hacia el sendero que rodea al rio, cuando de nuevo percibí su voz que decía: No marches, espera, entra en mi follaje y experimenta nuestra unión.
Volví tras mis pasos y entre en el pequeño bosque de simpáticos laureles que crecían a su alrededor. El ambiente era cálido, y bajo sus hojas no sentía la lluvia.
Empecé a observar, realmente parecía una gran familia, unida, alegre y sobretodo cooperante, en su parte trasera del tronco descubrí una gran rugosidad cubierta de musgo y hojas secas, bajo sus pies se dibujaba la entrada a una profunda madriguera que bien podría ser de un zorro.
Una ramitas secas me permitieron sentarme cómodamente en el improvisado asiento, sin mojarme por la humedad. Cerré los ojos y escuche mi respiración y al lugar.
Aquel pequeño y tímido bosque mantenía húmedo el suelo del Freno todo el verano, y cuando le brotaban sus hojas al fresno este les protegería de los abrasadores rayos de sol que hay en esta zona, y durante el invierno sus desnudas ramas permitían a los rayos del sol calentar sus verdes formas. Curiosamente, su tronco estaba libre de hiedras y de parásitos, mientras miraba a mí alrededor la lluvia cesó y apareció nuevamente el sol.
Salí del bosque de laureles y me estiré nuevamente bajo el sol, mientras observaba como las ramas más altas del fresno jugaban con la brisa.
De regreso a casa, justo al dejar la senda del bosque, se dibujo en el cielo ante mis ojos un enorme arcoíris, que me volvió a recordar las palabras del FRESNO:
Estamos en comunicación con el viento y con el agua, estamos unidos, nos llamamos recíprocamente y creamos juntos. Nosotros pactamos la lluvia y el viento.
LA SOLEDAD SE VENCE DANDO COBIJO Y AYUDANDO A LOS DEMÁS.
EVA JULIÁN
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