
CUATRO DÍAS CON UNA MANTIS RELIGIOSA
Entregarse a la muerte acariciada por el sol
Entré en mi habitación y hay estaba, encima de la cama, tranquila pero con mirada desafiante. Esto es mío!
No podía creer lo que estaba viendo, y me acordé de que por la tarde en el bosque me había encontrado una en un lugar sorprendente, y que al entrar en casa encontré otra junto a la salvia. Era otra? … o era la misma? .
No importa, allí estaba moviendo sus largos brazos dispuesta a defender su nuevo espacio, mi cama.
Me encantó su osadía, cogí la lupa y no paré de mirarla e interactuar con ella, fascinada de su elegante danza al inicio de cada uno de sus movimientos. Y así me dormí a su lado con la lupa en la mano.
Por la mañana la busque, y si!, allí estaba subida en la cortina, mirando, mirando, mirándome.
Y así durante tres preciosos días, pero al cuarto día por la tarde me la encontré en el suelo junto a mi cama. La cogí con sumo cuidado y me di cuenta que no batallaba conmigo, solo me miraba, y su mirada me pareció tan dulce, tan amorosa que me conmovió.
Salí corriendo a buscar una hoja de su medida y la puede encima como si fuera una cuna y la lleve al jardín a mi rincón preferido. Hacia calor y viento y pensé que en la sombra estaría bien, Pero ella inclinó lenta y elegantemente su cabeza buscando dejarse acariciar por el sol, y yo suavemente la acomodé para que el sol acariciase su rostro.
Y allí Lentamente empezó a abrir sus largos brazos como si quisiera acoger los rayos del sol que suavemente acarician su cuerpo. Se estaba entregando a luz en un solemne momento mientras todo parecía quedar en silencio.
Permaneció así por más de media hora dejándome sentir la belleza de su entrega. No encuentro palabras para describirlo. Ella estaba en la luz y la luz estaba en ella.
Lentamente fue recogiendo sus brazos y los juntó como un orador en un acto de agradecimiento mientras moría.
Eva Julián
www.sonidoyvida.com